Cuenta la
leyenda que había un joven en el pueblo que todos consideraban un tonto.
Al llegar la tarde
los hombres del bar lo llamaban para divertirse y ponían sobre la mesa una
moneda grande que valía unos pocos centavos y algunas monedas pequeñas que
valía el doble y le daban a elegir una de ellas para quedársela.
El tonto siempre
elegía la moneda más grande y todos echaban a reír porque no sabía el valor de
las monedas.
Un visitante que
vio cómo se burlaban del joven lo llamó y le dijo que si no sabía que las
monedas más pequeñas valían el doble que la grande y el joven le contestó:
-Lo sé señor, pero si elijo la moneda más
pequeña se acabará el juego y me quedaré sin mi moneda todos los días, no me
importa que ellos se rían.
- ¿Pero entonces no eres ningún tonto? –Le
dijo el hombre-
- Así es, pero muchas veces es mejor ocultar
lo que se sabe y hacerse el tonto delante de algunos tontos que se creen
inteligentes. -respondió-